El informe de Ecologistas en Acción ‘Efectos de la crisis de la COVID–19 sobre la calidad del aire urbano en España’, en primer lugar, se solidariza con todas las personas que están padeciendo la pandemia y sus consecuencias, así como con los servicios públicos esenciales que están enfrentando la emergencia sanitaria y social.
El informe está elaborado a partir de mediciones oficiales en 26 ciudades, concluye que la reducción drástica del tráfico se sigue traduciendo en una mejora sin precedentes de la calidad del aire en las ciudades españolas, que se ha situado muy por debajo de los límites legales y las recomendaciones de la OMS.
El informe analiza los datos oficiales de dióxido de nitrógeno (NO2) recogidos en 129 estaciones de medición, repartidas en las 26 principales ciudades del Estado español (todas las mayores de 150.000 habitantes con más de una estación, entre ellas Zaragoza), durante marzo y abril de 2020 y esos mismos meses de la década precedente (en el caso de la capital aragonesa, sólo desde 2013, por la limitada disponibilidad de datos históricos que ofrece en este momento la web municipal). Presenta por tanto una foto fija de la calidad del aire urbano antes y después de la declaración del estado de alarma y las medidas de confinamiento, actualizada a 30 de abril.
Entre sus principales conclusiones destacan:
– Desde la declaración del estado de alarma, en el período transcurrido ente el 14 de marzo y el 30 de abril, se ha producido una reducción drástica de los niveles de contaminación atmosférica por NO2 en las principales ciudades españolas, reducción que se ha cuantificado en un 58 % de los niveles de contaminación habituales en estas fechas durante la última década.
– La mejora de la calidad del aire está siendo general, tanto en los centros de las ciudades como en las periferias urbanas, al igual que son generales las medidas de limitación de la circulación adoptadas. Tampoco se aprecian diferencias significativas entre las diversas prórrogas del estado de alarma, en las que se han aplicado restricciones de diversa intensidad, si bien la caída de la contaminación ha sido algo superior en el promedio del mes de abril (60 %) que en la segunda quincena de marzo (55 %).
– Los niveles de NO2 registrados durante el estado de alarma son los más bajos para los meses de marzo y abril de la última década en todas las ciudades analizadas. Se mantienen además muy por debajo del valor límite legal y la guía anual de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuando en las estaciones de tráfico dicho umbral se supera frecuentemente, especialmente en el mes de marzo.
– Territorialmente se aprecia una menor reducción de la contaminación en las ciudades de la cornisa cantábrica, debida quizás a factores meteorológicos no bien precisados. En cambio, las ciudades del litoral mediterráneo son las que más han rebajado los niveles de NO2, hasta concentraciones en ocasiones propias de estaciones rurales de fondo.
– Las mayores reducciones se habrían producido en las ciudades de Alicante (73 %) y València (69 %), y las menores en Oviedo (41 %) y Zaragoza (44 %). Madrid ha rebajado los niveles de NO2 el 58 % y Barcelona el 61 %, de promedio. Las redes de medición de las ciudades son muy dispares, por lo que sus datos no pueden compararse con completo rigor.
– Las precipitaciones y la inestabilidad atmosférica predominantes durante la primavera también han contribuido de manera importante a mejorar la calidad general del aire. Este ha sido el abril más lluvioso desde que se tienen registros. Marzo fue también muy húmedo.
– El dióxido de nitrógeno (NO2) es el contaminante típico emitido por los tubos de escape de los automóviles (además de por las calderas industriales y domésticas), por lo que su evolución está directamente ligada a las emisiones del tráfico motorizado. Es esta su principal fuente en las ciudades y el principal factor que influye en la calidad del aire urbano.
– El NO2 es un gas irritante que agrava las enfermedades respiratorias y merma la resistencia a las infecciones. Provoca cada año en España alrededor de 7.000 muertes prematuras (7.700 en 2016, según el último informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente, publicado en octubre de 2019).
Y en el caso de Zaragoza, “aunque se redujese el umbral a 20 μg/m3 de media anual, la mitad del actual, la mortalidad atribuible al NO2 por causas circulatorias aún supondría 70 muertes/año” como mínimo, de acuerdo con el estudio sobre Impactos de la calidad del aire en la salud relativo a la década 1 enero 2000-31 diciembre 2009 elaborado por investigadores del Instituto de Salud Carlos III para la Estrategia de Cambio Climático, Calidad del Aire y Salud ECAZ 3.0 y encargado por el ayuntamiento. Diversos estudios, además, están relacionando la mortalidad de la enfermedad COVID–19 con la contaminación atmosférica.
– Aunque no son objeto del informe, las partículas en suspensión (PM10 y PM2,5) y el ozono troposférico también han disminuido de forma notable en la primera mitad de la primavera. La drástica reducción de las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx), principal contaminante precursor del ozono, puede haber contribuido a esta circunstancia, junto al tiempo inestable y lluvioso.
– La crisis de la COVID–19 demuestra que la reducción estructural del tráfico motorizado y los cambios en las pautas de movilidad son la mejor herramienta para rebajar la contaminación del aire en las ciudades, aún teniendo en cuenta la excepcionalidad de la situación extrema que estamos viviendo.
– En definitiva, esta dramática situación creada por la COVID–19 viene a corroborar algo en lo que viene insistiendo Ecologistas en Acción y toda la comunidad científica: que la reducción del tráfico motorizado en las ciudades tiene claros efectos en la disminución de la contaminación, algo que a su vez redunda una importante mejora de la salud pública.
Paradójicamente, la salida de esta dura crisis podría conllevar el aumento de la contaminación atmosférica por encima de los niveles precedentes. Por ello, para la desescalada en curso, Ecologistas en Acción propone:
– mantener buenas prácticas como la compra de proximidad,
– el teletrabajo voluntario,
– la administración electrónica
– o el escalonamiento de horarios laborales.
– De manera inmediata, debe potenciarse la movilidad activa peatonal y ciclista, cediendo más espacio para estos medios y estableciendo el límite de velocidad urbana en 30 kilómetros por hora. El transporte público es esencial para la movilidad urbana, por lo que debe garantizarse su viabilidad con una ley de financiación. Una vez superada la crisis, debería acelerarse la implantación en las ciudades de zonas de bajas emisiones ambiciosas.
El Informe completo en este enlace: https://www.ecologistasenaccion.org/140177
Juan Carlos Gracia (Ecologistas en Acción-Zaragoza)
Miguel Ángel Ceballos (coordinador del informe)